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jueves, 7 de abril de 2011

Confesiones.





Dicen que no es bueno para la salud airear los trapos sucios o íntimos. Pero a ella le daba igual, cogía los suyos y los aireaba, que se ventilaran bien. No le gustaba el olor a alcanfor ni a guardado. Los colocaba como en una notificación notarial, con un documento adjunto manuscrito directamente desde el Alma, cuando anunciaba que dejaba caer su envoltorio con vulnerabilidad expresa y consentida.


Esta vez, lo dejó sobre la mesa, intentando que no le temblaran las manos, como cuando reconocía el lenguaje primitivo de la desnudez del ego privado, y algo desconcertado por la falta de protección y de abrigo. Había urdido aquel movimiento porque sabía que era capaz de activar así el juramento que en una madrugada le había susurrado a la Vida.


El documento aseguraba la invalidez de artificios adquiridos en el crecimiento forzado ante circunstancias inválidas, dejando la declaración sagrada y amante instalada en primer plano. Con la voluntad expresa de si la muerte llegaba sin haberlo revocado, le sería entregado a la persona indicada, anotó con un ademán de impaciencia.


Ante su Alma seguía de pie, con las confesiones suspendidas por prudencia. Pero todas, aún como atenuadas por la luz de una delicada cortina, ambas las conocían bien. A veces tendría que pasarse la prudencia por el culo, pensó mientras le regalaba sus revelaciones...


- Toma, tienes la obligación de denunciar hechos punibles en el caso hipotético de que yo desaparezca, antes incluso de que lleguen a mi conocimiento, antes incluso de que sucedan.


- Denunciar?...Es que mi secreto profesional no tienes límites...- Dijo su Alma.


Tenía ganas su voluntad de hacerse un hueco sin celos en la memoria, enchida de aire y sin enemistad ninguna, con los sueños en manojo. Entonces el Alma no supo reaccionar a tiempo, medio sorprendida, medio curiosa por su actitud, medio por que a ella sí le costaba confesar así. Con la confesión ante ella, sin arrepentiemiento ninguno ni sin pretender tenerlo, empezó a redactar una severa penitencia que debía realizar. Alzando la cabeza, el Alma empezó a levantar Acta de la íntima reunión, mientras suspiraba y acariaba con un gesto de complicidad y agradecimiento a su compañera. Podría afirmar que nunca había obrado con mala fe, aunque la confesión todavía estuviera inacabada...


4 comentarios:

  1. Dime cómo narices lo haces, cómo sacas esa magia de las Letras con tal fuerza y pasión.

    Me Encantas
    :D

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  2. Me gusta lo que escribes y como escribe, no puedo decir más. :)))
    Un beso

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  3. Un bello escrito, me ha emocionado y encantado leerte,la magia de las palabras en tí...un saludo

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  4. Eso es cierto. Pero muchos lo hacen.....

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