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domingo, 19 de septiembre de 2010

POR TI



A solas, respiró tranquila, y como siempre se dejó llevar.
Y sacudiendo las escusas de la falda, decidió contar sin medir el lenguaje.
Había aprendido a escuchar.
A escucharse a sí misma.
Y a medida que transcurrian los años iba adquiriendo una agilidad casi felina.
Ahora la retórica anidaba en su escote.
Entre sus piernas un latido.
Y en su alma una medalla.
Estaba satisfecha con el resultado de su discurso, sobre todo porque se había dado cuenta de que la vehemencia de su jodida sensibilidad, esa otrora sin pulir, le había calado hondo.
Siempre calaba hondo.
A veces pesaba, pero ya sabía cómo sacarle brillo.
Ahora por el camino ancho de la vida, cabalgaban juntas.
A galope.
O no.
Pero siempre respirando. Disfrutando.
Ella le daba la fuerza, que siempre la hacía seguir.
En su cara, una historia. La de toda una vida sin haberse rendido, al menos voluntariamente. A pesar de haberlo intentado o pensado.
Y aquí, ahora, con la palabra escupida sin ver, como si estuviera distraída de lo que venía a decir, porque el pensamiento que le rondaba era demasiado intenso...
Sus ojos trepanaban el desánimo, tarde o temprano, de la débil mirada, cuando bajo sus párpados caídos, desprevenidos, se colaban algunos copos de silencio frio.
Y entonces con cara de imbécil y esa sensación frustante de cazadora cazada, de luchadora vencida, volvía a conseguir tirar.
Porque en lugar de encontrarse la desilusión con una mujer abatida y presta a gimotear, se encontraba con una de mirada penetrante, incoforme, de bajo volumen pero vuelos exagerados.
Y ella, la miraba, observadora, sin decir ni pío.
Y acercándose, con mano incierta, acariciaba a la malnacida.
Se detuvo de nuevo, recobrando el aliento, como si hubiera hecho una auténtica carrera.
Golpeando el suelo con fuerza y alzando la voz impidió que su voz se acallara por la presión de esa suave soga. Nunca se acostumbró a ese frio insultante de su contacto, que conseguía calarse
hasta el corazón.
Y satisfecha, siguió luchando, como siempre.
Y de nuevo decidió seguir engolfando pensamientos.





Esta noche se verá una nueva estrella brillar, en el último fin de semana del último verano.
Te envío un beso, desde aquí.
Siempre me caíste bien.
Rebelde, excéntrico, polifacético, comunicador, luchador.
Con tu sello, como tiene que ser.
Este es mi humilde homenaje a un hombre que se lo merece, y que no dejó de luchar nunca, por ideas, por conseguir, por ser auténtico y por ser y comportarse como realmente era.
Y a todos los que lo hacen.
A todos los que luchan, y no dejan de hacerlo.
Por algo.
Por dentro.
Por fuera.
Por alguien.
Por lo que sea.
Por ser.
Por soñar.
Por conseguir.
Por amar.
Por decir.
Por no caer.
Tú dejaste de hacerlo, creo recordar.
No tenías opción decías.
Y entonces ya no lo haces?
Calla, que me da la risa.
Cuando lo hagas, me llamas, sabes que estaré aquí.
Ahora escucha, un canto nacido en un momento especial de nuestra historia.
La de todos.
Va Por ti.
Y por ti.

5 comentarios:

  1. La primera parte, como siempre, llena de fuerza, un puñetazo en la mesa de los tuyos; la segunda parte, completamente de acurdo contigo, alguién con Copyright, de ese tipo de gente que le cae bien a los unos y a los otros, un político de convicciones, un comunicador en estado puro, uno menos, por desgracia...
    Un petó

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  2. Me parece estupendo que recuerdes a Labordeta, tal como estan las cosas en la actualidad necesitamos muchos luchadores y librepensadores como él. Gracias por estar ahí.

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  3. Como decía en una copla ..... Aquí se quedan los guapos, y nos vamos los buenos. A ver si sale otro bueno que mande a la mierda con tanto arte y sentido común cómo él.

    Un saludo.

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  4. La primera parte la he interpretado como el autoconocimiento que una mujer madura se reparte y adjudica, sin miedos y con ahinco... lo siento, debe ser mi mente concupiscente...

    Y el segundo texto, un hermoso homenaje a una gran persona.

    Ya ves
    que vamos avanzando
    cumpliendo este camino
    no lo sé
    ya ves.
    ya ves
    que vamos recordando
    creciendo hacia el ocaso
    no lo sé
    ya ves.

    Ya ves
    qué pálidas palabras
    se pierden en la noche
    sin hallar solución.

    saludos.

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