Coleccionó corazones durante toda su vida. Desde que recordaba...Ya de niña le encantaron, y no recordaba el dia en que empezó a reunirlos. Los compraba cuando podía, se los regalaban amigos y familiares, que colaboraban encantados, o ella misma los fabricaba...Se convirtió en una afición. Más, en un hábito, en una costumbre, una meta. Así que había llegado un momento en que su colección de corazones era inmensa. Muchos años acumulándolos.
Le encantaban sus corazones. Los tenía de goma, de cerámica, de cristal, rojos, de topos, de colores, grandes, pequeños,...
Nunca parecía tener suficientes.
Siempre pensaba que algún dia se cansaría, pero hasta entonces eso no había ocurrido. Cuando llegara el dia....ya pararía, siempre se decía.
Si llegaba.
Ya tenía setenta años!
Ese dia, Teresa se levantó, como todos los dias, al alba con los primeros rayos de sol. Como había estado haciendo todos los dias de su vida. Ahora no tenía obligaciones laborales ni familiares, ni de ninguna clase, pero no sabía hacerlo de otra manera. La rutina y sus costumbres eran sus compañeras. Las únicas. Sus dias eran tranquilos, serenos, monótonos, sola, en paz, con su pequeño perro fiel a su lado, fiel amigo del que no se separaba. Ni de sus corazones.
Ese dia desayunó, salió a comprar y a dar un paseo. Le gustaba caminar. Aún podía. Todavía a pesar de sus dolores de huesos debido a su artrosis, y su problema de bronquios que la hacía ir despacio, se sentía ágil a pesar de su edad, y era independiente y autónoma.
Ese dia le pasaba algo, se sentía diferente, extraña.
Volvió a casa una opresión en el pecho, una sensación de gran peso en el alma, le hacía estar inquieta y preocupada.
Una mezcla de ansiedad, angustia, una pena que le atenazaba el cuerpo y la mente.
Pero no le pasaba nada. Su cuerpo funcionaba normalmente, sin ningún síntoma alarmante ni ninguna indisposición. Ninguna mala noticia.
Era más bien una intución, una especie de presentimiento....Estuvo todo el dia rara, ausente, preocupada, no podía quitarsela de enciama. Se sentaba, se levantaba, iba a hacer algo, se le olvidaba...
Paso así el dia. Al anochecer se sentó en su mecedora, y su pequeño fiel amigo saltó a su regazo, sin dejar de mirarla con sus ojos preocupados, y con sus gemidos, lamiéndola a su manera le hizo ver que sabía que le pasaba algo. Sintió su calor, su compañia, su amistad, y se sintió agradecida.
Ya no pudo más... con la angustia que la ahogaba y la dejó salir. Sus lágrimas inundaron sus ojos, y su alma, en un segundo,...sin control, sin razón.
Dejó salir con ellas toda esa sensación. Y lloró, y lloró....
En ese momento fué consciente de su herida esa que durante casi toda su vida había intentado no ver, ingnorar, mirando hacía otro lado....
Con sus pequeños y cientos de corazones de su colección no hacía otra cosa que esconder la del suyo própio, esa en carne viva que nunca conseguía cicatrizar.
Había buscado siempre algo o alguien que ocupara ese vacío que siempre había sentido en su más hondo interior. A veces creyó encontarlo, pero se alejó, o se equivocó. Otras la vida se lo arrebató. Y lo siguió buscando. Y buscó, y buscó, y soñó y soñó, y lo pensó, y lo anheló cada uno de sus dias.
Con su pequeña afición mantuvo su mente distraida, con sus pequeños corazones hacía que se olvidara del suyo. Cada vez que con ilusión buscaba y encontraba uno nuevo y orgullosa lo colocaba en un lugar prioritario, bien a la vista, se olvidaba del suyo...
Ese dia dejó de disimular, de mirar hacía otro lado, y miró de cerca su herida, el vacío interior que nunca había conseguido aceptar y llenar. Aceptó su vacío...y ese dia, en ese momento lo hizo suyo por fín. Se aceptó, lo aceptó. Lo que nunca había conseguido, lo hizo ese dia, en ese rato. Se encontró por fín con sus miedos, sus carencias. Con ella misma por fín...
Fué dejando de llorar, poco a poco, y más serena descubrió que una sensación de calma la iba invadiendo ya.
Decidida se levantó, cojió una bolsa de basura, y con mucha lástima pero con una gran decisión y lucidez, echó todos y cada unos de sus pequeños corazones en ella.
Vació estantes, armarios, cajones, buscando hasta el último de ellos.
Ya no los necesitaba.
No le hacía falta distraerse con ninguno. No necesitaba ya a partir de ese dia y ese momento
ninguno bello y artificial, ninguno externo para disimular e intentar no ver el suyo própio, dolido.
Ese dia sabía que algo ocurría, sin saber bien el qué.
Hasta que ocurrió.
Ese dia supo ver que ese corazón era el único que tenía y le importaba, el único que valía de verdad.
Incompleto y añorante desde que recordaba, pero era suyo.
Aunque tarde, pensó, lo voy a valorar más que nunca.
Será al único que escuche ahora.
Ese dia hizo las paces con su corazón, con ella, al fin y al cabo...
lo más grande que poseía, del que nunca más se separaría hasta el final de sus días.
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La colección de corazones, la historia, el corazón de Teresa,....sólo es eso una historia, una metáfora. Al fín y al cabo la historia de muchos, de todos, esa que escondiendo lo que somos no nos lleva a ningún lado.. Porque tarde o temprano debemos enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestros miedos, a nuestros defectos o sueños, carencias o temores. Sólo hablando durante muchos ratos con nuestro corazón, es nuestra más íntima esencia, conseguiremos hacerlo. Desde siempre, desde ya....no esperes demasiado. Mímalo y escúchalo desde mañana!!
Magica! Lo has vuelto a hacer me has sorprendido por tu forma de escribir, me han llenado tus palabras, no queria terminar de leer...
ResponderEliminarEs q no me esperaba ese fianl, ya me estaba dando penica la abuelica, y en el final me pusiste una sonrisa, y eso es muy grande!!!
Por eso me has llenado :) gracias!!
Un besico, el mejor para ti ;)
Aaaaains, me emociona haber provocado esa sonrisa, no sabes cuanto! Miles de gracias niñaaa
ResponderEliminarEso no tiene precio, el mejor regalo es una sonrisa :>
Un abrazo enorme!!!